Por: Amilkar Acosta Medina.
No se repone uno del impacto emocional por la pérdida de un pariente, de un amigo o de un allegado, cuando recibe la infausta noticia del deceso de otro y otro. Ello, además de hacernos sentir impotentes y anonadados ante lo inexorable, nos desconcierta, nos confunde y nos deja sin palabras, tanto más en cuanto que, como
ahora acontece, se trata de un amigo entrañable, como lo fue en vida el líder y administrador de empresas Franklin Gómez Deluque.
Por ello, permítasenos apelar al afamado cantautor Alberto Cortez para que venga en nuestro auxilio, con una de sus más conocidas y reconocidas canciones, la que se podría calificar como Oda a la amistad: cuando un amigo se va!
Dice él que “cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”, porque cada amigo tiene su singularidad y propia significación para uno. Continúa diciendo que “cuando un amigo se va queda un tizón encendido, que no se puede apagar ni con las aguas de un río”, porque la estela de sus obras y realizaciones en su peregrinaje por esta vida terrenal lo trascienden y hacen perdurable su existencia en el corazón agradecido de aquellos a quienes sirvió e hizo el bien.
Y remata diciendo que “cuando un amigo se va se queda un árbol caído, que ya no vuelve a brotar porque el viento lo ha vencido”. Pero, aún caído y vencido por el viento, sus raíces, las de la amistad, le sobreviven y sus semillas se esparcen y volverán a tener su primavera en el recuerdo imperecedero de sus familiares y amigos.
Despedimos con un hasta luego a quien fue uno de nuestros mejores y más fieles amigos, de esos que, como decimos coloquialmente, fue hilo hasta el carreto!. Si quisiéramos resumir en una sola palabra a Franklin, esta sería emprendedor. Y como emprendedor se desempeñó como administrador de la Terraza Marina y Gerente del Hotel Gimaura, como funcionario de CARBOCOL, como Director del Fondo Mixto de Promoción Empresarial del Departamento. Y por donde quiera pasó dejó su impronta de hombre probo, de ejecutivo a carta cabal, tenaz, perseverante, detallista y perfeccionista hasta el extremo.
Entre sus mayores y mejores legados se destaca la Fundación para el desarrollo de las artes en La guajira (FUNDARTES), hizo parte también de la Fundación Raíces, organizadora del Festival del Bolero. Era un soñador empedernido, siempre que uno hablaba con él tenía entre manos un nuevo proyecto y uno de ellos era, según me lo comentó en días pasados, escribir un libro que se quedó sin título y sin terminar, porque su vida quedó inconclusa. Hay que publicarlo, porque, después del deceso de Cesar Henríquez y Pablo Emilio Fonseca, de esa triada de grandes narradores de cuentos costumbristas de La guajira sólo quedaba él. Qué bueno que su obra alcance
a ver la luz (¡!).
Cómo no recordar que su amor por la fábula, el cuento y la literatura lo llevaron a trabar amistad y a servir de fuente para El Cachalandrán Amarillo, una de las obras más leídas del Escritor Germán Castro Caicedo, con quien hablé esta mañana y se mostró conmovido por la pérdida de nuestro amigo común.
Por mi parte, tuve también el privilegio de recibir su ayuda para mi Lexicón de guajirismos. Fue esa misma pasión por las letras la que lo llevó a insistir y persistir, hasta que lo logró junto con Ricardo Márquez Iguarán, que Gabo, nuestro premio Nobel de Literatura, visitara La guajira, siendo objeto de una calidad bienvenida en casa de su hermano
Amilcar.
También incursionó en la política, animado siempre por el afán de servir a los demás, hasta llegar a ocupar una curul en la Duma departamental. Después que la Constituyente estableció la elección de senadores por circunscripción nacional y con el firme propósito de que La guajira no se quedara sin representación en el Senado de la República, resolvimos aspirar y Franklin no sólo fue el más animado y animador sino que no dudó en asumir la Gerencia de esa campaña que me llevó hasta el Capitolio Nacional. Gratitud eterna para él.
Como creyentes que somos, sabemos que, como lo expresa el Papa Francisco, la muerte “es como un agujero que se abre en la vida de las familias”, que la muerte no tiene la última palabra, porque quien cree en Dios no morirá para siempre. De ello estamos seguros porque “esta esperanza no decepciona”. Aquí estamos sus amigos rodeándolos para hacerles más llevadera la pena que les embarga, la cual compartimos.
Le expresamos nuestras condolencias a su esposa Laís Beatríz Blanco de Gómez, su compañera de todas las horas, quien lo apoyó y estimuló para sacar avante sus iniciativas y a sus hijos Franklin Rafael, Rodolfo Carlos, Claudia Patricia, Josie Raúl, Aixa Liliana y Néstor, que son un fiel reflejo de su talante y de su ejemplar y ejemplarizante personalidad. Las hacemos extensivas a sus hermanos y demás familiares, amén de sus amistades, que al fin y al cabo son la prolongación de la familia.
Finalmente, hacemos votos por la pronta recuperación de su hermano, nuestro compadre Amilcar Gómez Deluque.
Amylkar D. Acosta Medina y Señora