Y es que si lo dicen en voz alta, lo más probable es que los desvinculen del Instituto Municipal de Tránsito y Transporte como ya ocurrió en el pasado reciente con quienes se atrevieron a protestar y a reclamar sus salarios.
Son esos mismos que desde que salieron no les han pagado los meses que les quedaron debiendo y que ahora, ya libres aunque les deben, se atrevieron a hablar de la opresión y los sometimientos que tenían que soportar.
-Publicidad-
“Teníamos que inmovilizar cada agente mínimo tres motos diariamente”, dijo Guillermo Hernández Navarro, conocido como ‘Matamba’. Cada cuadrilla le producía al tránsito diariamente entre siete y 10 millones de pesos aparte de otros ingresos por diversas sanciones, licencias y multas.
A los actuales reguladores les adeudan siete meses de salario y hablar de esta situación es casi un pecado y cuando lo admiten miran primero para todos lados como si temieran que las paredes los van a delatar ante el jefe.
Álvaro Molina, un agente regulador quien fue detenido en el ejercicio de sus funciones por asuntos diferentes a su trabajo en el instituto y quien ahora recobro la libertad, dijo sentirse traicionado por el director Hermis Gómez quien le canceló el contrato, no le notificó que estaba despedido y solo se enteró por uno de los abogados de la Institución.
La deuda no solo es con los reguladores despedidos y vigentes sino con el jefe de patio Luis Alfredo Guerra, hombre de plena y entera confianza del alcalde Mohamad Dasuki desde hace más de dos décadas a quien le adeudan seis meses de salarios.
Ante esta situación, la máxima inquietud es si el alcalde sabe de la situación y mira para otro lado cuando se le toca el tema o el director está obedeciendo órdenes distintas a las del mandatario local.