Los índices estadounidenses Dow Jones y S&P500, referentes de las tendencias en los mercados globales, han caído un 15% y casi un 20% respectivamente desde sus máximos históricos en diciembre.
A veces ocurre que las bolsas tienden a la baja por períodos limitados de tiempo: es lo que llamamos «correcciones» del mercado.
Pero ahora muchos analistas pronostican la llegada de un «bear market», literalmente «mercado oso», aunque en español se conoce como mercado bajista.
Se considera que hay «bear market» cuando las acciones en conjunto pierden más del 20% de valor en bolsa respecto a su cota más alta más reciente.
Es decir, en ese período de tiempo los inversores han vendido muchos más títulos de los que han comprado, reduciendo la capitalización de las compañías que conforman el mercado.
Para interpretar la señal que nos da un «bear market» es importante saber que la bolsa es un indicador adelantado: anticipa situaciones futuras según la -acertada o equivocada- perspectiva de los inversores.
Estos observan al detalle los datos que revelan la salud de la economía (desde empleo y salarios hasta inflación y tipos de interés) para decidir qué hacen con su dinero.
Si creen que nos aproximamos a una fase de contracción económica, en la que caen los beneficios de las empresas, tenderán a desprenderse de las acciones de estas compañías antes de que pierdan aún más valor.
Así, un «bear market» suele advertir la llegada de tiempos difíciles con reducciones de la demanda de productos, de la actividad empresarial, del comercio y, en último término, del empleo.
También es más fácil que se produzca un mercado bajista después de un período de crecimiento fuerte en el que se han tocado máximos muy altos.
Es el caso actual: tras los primeros meses de la pandemia, los precios de la mayoría de las acciones se dispararon, especialmente las de las tecnológicas, alcanzando niveles muy superiores a las anteriores alzas de finales de 2019.
De hecho, pese a haber perdido parte de su valor en los últimos meses y estar al borde de un «bear market», tanto el Dow Jones como el S&P500 superan con creces sus niveles máximos anteriores a la pandemia.
El S&P500 ha caído en «bear market» un total de 26 veces desde 1929, si bien 14 de ellas sucedieron antes de 1950, principalmente por la volatilidad propiciada por el crash del 29.
En tiempos más recientes los mercados bajistas han sido menos frecuentes y por lo general han sucedido inmediatamente antes o al inicio de épocas de crisis económica o recesión.
Fueron especialmente duros los registrados durante la crisis del petróleo, cuando el índice se desplomó un 48,2% en solo tres meses (noviembre de 1973 a marzo de 1974), y el de la crisis financiera de finales de los 2000, con una caída del 51,93% entre octubre de 2007 y noviembre de 2008.
Entre febrero y marzo de 2020 hubo un «bear market» poco habitual, muy corto y pronunciado (-33% en poco más de un mes) por el miedo de muchos inversores que retiraron en masa sus acciones al creer que la pandemia iba a provocar una debacle económica.
La duración media de los «bear markets» en el S&P500 ha sido de 289 días, con un nivel de descenso promedio del 36%, según datos de la consultora Ned Davis Research.
El término opuesto es «bull market», literalmente «mercado toro» y en español mercado alcista.
La duración de los mercados alcistas en el S&P500 ha sido de 991 días y los beneficios del 114%, en promedio.
Es habitual que los «bull markets» sean más frecuentes, prolongados y con mayores porcentajes de ganancias, en comparación con las pérdidas en los mercados bajistas.
Esto sucede porque a largo plazo la economía tiende a expandirse mientras el dinero pierde valor, lo que resulta en una trayectoria ascendente con etapas de crecimiento especialmente fuertes («bull markets»), contracciones temporales y fases de fuertes descensos («bear markets») que a la larga se corrigen.
El «bull market» más largo de la historia se prolongó desde 2009 hasta 2020, con ganancias acumuladas de más del 300%.
Comprar acciones en el momento más bajo de un «bear market» y venderlas en el más alto de un «bull market» es el negocio perfecto.
El problema es que es imposible saber cuándo nos encontramos en uno de esos dos extremos.
Existen varias teorías sobre por qué el toro (bull) y el oso (bear) representan los mercados alcista y bajista, respectivamente.
Una de ellas atribuye su origen a los espectáculos de peleas de animales populares en Inglaterra entre los siglos XVI y XIX.
Dos de las variantes de esa tradición (abolida por el Parlamento en 1835) consistían en enfrentar a un toro o a un oso contra jaurías de perros en un recinto cerrado.
Los toros embestían a los perros con movimientos de cabeza de abajo hacia arriba, mientras los osos lanzaban sus zarpazos de arriba hacia abajo, por lo que los pioneros de la Bolsa de Londres (fundada en 1801) habrían incorporado estos términos a su jerga.
Otra teoría alude a la -hoy todavía usada- expresión «vender la piel del oso», referida a intermediarios que adjudicaban pieles a clientes sin tenerlas aún en su poder.
A los «vendedores de piel de oso» se les comenzó a llamar simplemente «osos» y el término pasó a denominar un negocio con pérdidas o una tendencia bajista, mientras su opuesto sería el toro, la antítesis del oso en el ya citado espectáculo de peleas.
Otros se decantan por una explicación más sencilla: el toro es un animal que representa el vigor, la agresividad y la fuerza.
El oso, por el contrario, es tímido, parsimonioso y, sobre todo, conocido por sus largos periodos de hibernación.
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