El geólogo Javier Peña, para su trabajo de grado en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, tomó información de 70 pozos perforados en Casanare en la década de 1960, con ello, intentó sentar las bases de un modelo regional que pueda predecir cuáles serían las mejores condiciones de exploración de las rocas reservorios (en las que se almacenan fluidos, entre ellos hidrocarburos) en los Llanos Orientales.
Según el geólogo, encontró en sus estudio que las mejores condiciones de reserva y de sello se encuentran hacia el Vichada, el oriente de la cuenca, un dato importante pues hasta el momento la información que existía apuntaba a que la zona occidente, es decir hacia Casanare, tenía las mejores condiciones de reserva.
“El hallazgo no se limita a la exploración petrolera, sino que también puede funcionar como reservorio de dióxido de carbono (CO2). Esto funciona de manera muy similar al alojamiento de hidrocarburos: si tenemos una roca reservorio y una roca sello (que evita la migración de estos) funciona para inyectar CO2 de la atmósfera y contribuir a la restauración ambiental”, explica el geólogo Peña.
El estudio de Peña es uno de los pocos que se centra en la sucesión cretácica como campo de análisis. Este periodo comenzó hace 145 millones de años y terminó hace 66 millones de años.
“Para esa época el territorio de Colombia estaba cubierto por mar, y lo que hoy son los Llanos Orientales eran una parte de la costa. La erosión de las rocas emergidas se convierte en sedimentos, es decir en material sólido acumulado sobre la superficie terrestre, y la sucesión cretácica en esta zona es la evidencia de esa sedimentación que se convierte en roca. La falta de estudios en este periodo impide conocer el potencial de las formaciones de roca, y justo es ese precedente el que queremos dar”, señala el especialista.