Contar con fuentes oportunas y precisas es esencial para entender el comportamiento del mercado laboral, ya sea el de Colombia como un todo o el de sus regiones y ciudades en específico. Esa valiosa información es el insumo primario para tomar decisiones en políticas públicas que permitan la democratización del empleo digno y de calidad para los ciudadanos.
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En el Servicio Público del Empleo (SPE) nos nutrimos, principalmente, de dos fuentes para comprender e interpretar las dinámicas del mercado laboral: la Gran Encuesta Integrada de los Hogares, que realiza el Dane con el objetivo de recopilar datos sociodemográficos, económicos y laborales para analizar tendencias en empleo, pobreza e informalidad, entre otras variables; y los Registros Administrativos del SPE, cuyo fin es complementar el análisis con datos sobre búsqueda de empleo, colocaciones realizadas y vacantes disponibles.
A partir de esta información en el SPE construimos Dataempleo, un informe mensual que contiene información clave sobre buscadores de empleo, ofertas laborales y colocaciones realizadas -disponible en el portal del SPE-. Y aunque los valores en Dataempleo pueden estar por debajo del total real del mercado, su evolución permite visualizar adecuadamente tendencias del empleo y la demanda laboral.
Hace poco realizamos en Santa Marta nuestro encuentro nacional ‘Tejiendo redes por una Colombia inclusiva y productiva’, donde presenté el panorama laboral colombiano entre el primer semestre de 2023 e igual período de este año. Traigo aquí tres conclusiones que, creo, son interesantes para entender a grandes rasgos el comportamiento del empleo en el país.
En el período analizado, se evidenció un comportamiento mixto en el mercado laboral. Por un lado, el número de personas que ingresaron a la búsqueda de empleo en las 23 principales ciudades del país aumentó 3,2%, mientras que las ofertas laborales registraron una disminución del 11,2%. Sin embargo, un dato positivo fue el aumento significativo en el número de colocaciones -es decir, personas que efectivamente ocuparon un puesto de trabajo-, el cual creció un 19,1%. Estos resultados reflejan una dinámica compleja, donde a pesar de la menor cantidad de ofertas, más personas lograron vincularse al mercado laboral.
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Esto significa que el porcentaje de colocaciones por buscador aumentó, lo que se puede interpretar como un mejoramiento en los procesos de búsqueda de empleo. Si bien disminuyeron las oportunidades para los buscadores, mejoró la eficiencia de los procesos de búsqueda a través de la red de prestadores del SPE.
Otro punto que vale la pena resaltar es el enfoque de género y cierre de brechas. Los datos de Dataempleo indican que el aumento en el número de buscadores sucedió principalmente entre las mujeres, sin embargo, el de las colocaciones favoreció más a los hombres. Esto significa que, aunque más mujeres buscaron trabajo, hubo en proporción más contrataciones de hombres.
Este fenómeno se evidenció en ciudades como Riohacha y Villavicencio, y se explica principalmente porque las actividades económicas predominantes en estas capitales están relacionadas con labores más afines a los hombres, como por ejemplo el sector de minas y energías, intensivos en mano de obra masculina.
En Riohacha se observa un desbalance significativo en términos de género dentro del mercado laboral: aunque el 52,1% de los buscadores de empleo registrados son mujeres, solo el 25,7% de las colocaciones corresponden a ellas.
Esta diferencia en la relación colocaciones y buscadores entre hombres y mujeres sugiere la necesidad de programas específicos de orientación y apoyo para mujeres, facilitando su acceso al empleo, ayudando así a reducir la brecha de género existente.
El tercer aspecto por destacar tiene que ver con las ofertas laborales y los puestos de trabajo según su nivel educativo.
En el período analizado se observa un incremento del porcentaje de colocaciones por buscadores en la mayoría de los niveles educativos. Es decir, la facilidad para conseguir empleos mejoró y, probablemente, la duración de las búsquedas disminuyó en todos los niveles educativos.
No obstante, es importante destacar los niveles técnico, tecnológico y universitario, ya que en las 23 principales ciudades se observa una frecuencia relativa de ofertas superior a la de buscadores. Esto indica que las empresas están enfrentando mayores dificultades para llenar las ofertas relacionadas con estos niveles educativos debido a la falta de mano de obra capacitada. Por ejemplo, mientras que 12,2% de los buscadores tienen nivel técnico, el 26,8% de las ofertas requieren este nivel, evidenciando un desajuste entre oferta y demanda en términos de formación.
Justamente, para acortar las brechas entre la oferta y la demanda laboral es necesario contar con más fuentes de información que permitan diseñar políticas públicas más efectivas y precisas. Hoy, por ejemplo, es un deber de las empresas publicar sus vacantes en las herramientas que ofrece el SPE, sin embargo, la gran mayoría no lo hace. Paradójicamente, omitir esta obligación termina por jugar en su contra, ya que al haber menos datos disponibles puede darse una menor conexión entre las políticas públicas y las demandas laborales reales del sector privado.
En la medida que más empresas ofrezcan sus vacantes a través de canales robustos y democráticos, habrá información más representativa del mercado laboral que, a su vez, se debe traducir en un mayor número de colocaciones. Como país debemos apuntar a la creación de un círculo laboral virtuoso, que permita que más personas accedan a trabajo digno y de calidad, a la vez que más compañías encuentran la mano de obra idónea para ser más productivos.
El mercado laboral es un universo dinámico y cambiante que nos obliga a monitorearlo de manera rigurosa y detallada, ya que es uno de los pilares para el crecimiento sostenible de cualquier economía. En la medida que contemos con fuentes de información más amplias y fidedignas, podremos diseñar políticas públicas más efectivas y eficientes.
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PAULA HERRERA IDÁRRAGA
Directora del Servicio Público de Empleo.